Post #Pumas Santos. A llorar a la llorería por @eledetepe

El domingo 21 de agosto de 2022, en un partido de la fecha diez del torneo Apertura 2022 de la Liga MX, los Pumas de la UNAM recibieron al Santos Laguna en el Estadio Olímpico Universitario, buscando una luz de esperanza que pudiera revertir su paso descendente, pero por el contrario, se encontraron un resultado que aviva más las llamas del banquillo auriazul. Los visitantes, caminando, terminaron llevándose la victoria por marcador de 1-5.

Entre la afición puma se escuchaban expresiones como: “ya no siento ningún dolor”, “no me da coraje, me da risa”, “que se vayan todos”, “que se juegue con chavos”, entre otras insensateces.

En Al Grito de Goya no nos importan los rivales. Ésta es una página y una columna de Pumas y para Pumas. Ya habrá otros espacios que analicen el juego de este domingo y que nos digan la verdadera razón técnica y táctica por la que los laguneros nos pasaron por encima y nos anotaron ocho goles, aunque -para fortuna de todos los que nos burlamos del cruz azul un día antes- tres fueron anulados por fuera de lugar.

Aquí toca hablar del desastre que es la defensa central, carajo, que estoy seguro que Luisito Quintana y Pablito Jáquez harían un mejor trabajo que este par de ex jugadores que son Nicolás Freire y Ricardo Galindo. La semana pasada dije que las laterales son débiles por diseño del sistema de juego, pues nadie les hace coberturas y se depende de que los de en medio anticipen y ganen los balones. Pero nada de esto sucede. Incluso Dani Alves, quien por fin jugó un rato en la lateral derecha, fue desbordado y tomado en el día contra uno, aunque ningún jugador, por muchos títulos que haya ganado en la vida, puede sobrevivir a que el rival le esté jugando al “torito” en el último cuarto de cancha.

Ya no es una sorpresa ver a jugadores en posiciones inventadas o improvisadas. Aunque la alineación de inicio parecía prometedora, pues yo me imaginaba, ingenuamente, que incluso se podría jugar un 4-2-4, con Dinenno y Diogo clavados al centro y Gutiérrez y Ruvalcaba volando por los costados. ¿A quién no le emocionaría esta posibilidad? Pero no. Charly fue exhibido como lateral derecho y Diogo como extremo, que aunque le encanta ahí a Andrés Lillini, ya sabemos que parece un muñeco de trapo cuando quiere correr con el balón en la banda.

Una cosa es cierta, en el vestidor hay problemas de los que no nos vamos a enterar, o quizá sí, cuando ya sea demasiado tarde. Lillini no confía en sus jugadores, o confía demasiado en quienes no han demostrado ser dignos de ello, y el plantel no confía en el planteamiento de juego, o no tiene la capacidad para ejecutarlo, lo cual vuelve de nuevo al director técnico. En Pumas nunca hemos querido tener a un genio estratega. En Pumas somos felices con entrenadores gritones y carismáticos que inflamen el corazón universitario y hagan correr la sangre azul por las venas debajo de nuestra piel dorada. Por eso añoramos las mejores épocas de Hugo Sánchez, pero se nos olvida que también él salió abucheado y agredido

No es correcto, por más frustración que se sienta, los falsos aficionados son esos que agreden, esos que no disfrutan el juego pues son más fanáticos del desmadre y de gritar que del futbol, los que se sienten con el monopolio de la afición y importado “aguante”, los que regañan a los niños que no se quitan el sombrero -en pleno sol de medio día- para cantar el himno, los que lanzan objetos al campo de juego y los que revientan, sin razón, en redes sociales.

Ellos son los que dañan al equipo. No Andrés Lillini, que tiene su parte de responsabilidad, mucha, pero también está ahí por decisión de alguien más. Hoy tenemos un equipo del que podríamos habernos sentido orgullosos, pero no está pasando. Y duele porque hay calidad en el campo de juego, se nota cada vez que tocan la pelota, pero tampoco es que sea la primera vez que sucede. Pumas ha arrastrado el orgullo muchas veces, muchos años, y siempre se ha salido adelante. Y luego no, y luego todo de nuevo. Estamos atrapados en un bucle del que nadie tiene idea de cómo salir.

Pero Andrés, no es momento de llorar y de ser la víctima, no eres el enemigo, pero tampoco eres un mártir. Si no puedes, vete, pero si te quedas, es porque te vas a quedar para siempre (mientras dure), con las ganas y la capacidad de triunfar. ¡Honra nuestros laureles, carajo!

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